AÚN, MÁS
Sueños poco lúcidos de noches, tapados por los primeros pensamientos del día, hundidos en la oscuridad donde se guarda lo que no salvamos al recordar.
Melancolía que no pasa, no pesa y no tiene causa; ahí está, limitándose a ocupar un espacio al que se ha acostumbrado, sin discusión ni malestar.
No se va el frío de las sábanas, por más vueltas que de entre las mantas, por más capullo imaginario en el que me acurruque, hasta la primera luz que viene de la alarma, que me recuerda la noche y me trae noticias sin palabras. Y ahí quedan, esas sí, sensaciones viejas de vuelta, extrañas fuera de lugar, invadiendo un espacio que no les pertenece pero que les deja hueco, aún sin ganas, aún con los (muchos) anhelos tirando hacia otro lugar.
Pero la realidad, aun reajustada, no permite omitir el vacío, ni cerrando los párpados con fuerza, ni abriendo la mente a las expectativas, ni apretando recuerdos palpitantes, que no se escapen al respirar.
Melancolía que no pasa, no pesa y no tiene causa; ahí está, limitándose a ocupar un espacio al que se ha acostumbrado, sin discusión ni malestar.
No se va el frío de las sábanas, por más vueltas que de entre las mantas, por más capullo imaginario en el que me acurruque, hasta la primera luz que viene de la alarma, que me recuerda la noche y me trae noticias sin palabras. Y ahí quedan, esas sí, sensaciones viejas de vuelta, extrañas fuera de lugar, invadiendo un espacio que no les pertenece pero que les deja hueco, aún sin ganas, aún con los (muchos) anhelos tirando hacia otro lugar.
Pero la realidad, aun reajustada, no permite omitir el vacío, ni cerrando los párpados con fuerza, ni abriendo la mente a las expectativas, ni apretando recuerdos palpitantes, que no se escapen al respirar.
Y el deseo, que no acaba, que muta, crece y cambia, que se sorve y no absuelve, no perdona las ausencias ni las ganas, queda y oprime; diferentes ansias
espera
esperas.