Can't fight the moonlight
Algunos escoceses dicen que sienten el frío, que ya está por llegar. A mí, ingenua del invierno, la idea me suena apocalíptica y me pilla sonriendo, incluso ilusionada ante el primer rayito de sol que calentó ayer mi mejilla, el primero en semanas.
Vendrán tiempos de querer la cama, solo la cama, sola. Que, sin embargo, ya no noto fría, no más. No me duele tragar sueños cada despertar. No me duelen las largas vueltas, tanteando en la inmensidad, pero muerdo el edredón, casi incoherente, para no gritar.
Y me morderé los labios sin sonrisas, ilusa de mí, cuando de verdad llegue el largo y oscuro tiempo gélido, con este viento que yo no huelo, que no veo llegar pero me arrastra, y ni advierte serias, tardías amenazas, a mi calor corporal. Espero que no me recluya demasiado en mí, porque hay deseos que no me dejan en paz.
Hoy venía a casa casi levitando entre los brazos del tiempo, cegados los ojos de escozor, y pensaba que qué más dará, lo que me diga a mí misma. Si luego me aplasta la rotundidad.
Vendrán tiempos de querer la cama, solo la cama, sola. Que, sin embargo, ya no noto fría, no más. No me duele tragar sueños cada despertar. No me duelen las largas vueltas, tanteando en la inmensidad, pero muerdo el edredón, casi incoherente, para no gritar.
Y me morderé los labios sin sonrisas, ilusa de mí, cuando de verdad llegue el largo y oscuro tiempo gélido, con este viento que yo no huelo, que no veo llegar pero me arrastra, y ni advierte serias, tardías amenazas, a mi calor corporal. Espero que no me recluya demasiado en mí, porque hay deseos que no me dejan en paz.
Hoy venía a casa casi levitando entre los brazos del tiempo, cegados los ojos de escozor, y pensaba que qué más dará, lo que me diga a mí misma. Si luego me aplasta la rotundidad.