Alucinada (aluninaza...)
Aún dura la resaca del 20, del eclipse lunar que muchos subestiman o ignoran, de cuyos efectos posibles, probables, fatales o inesperados pensaba teclear.
Pero no lo estoy haciendo.
Estoy de vuelta, de todo, y más.
El influjo irónico de acontecimientos ha alterado mi percepción.
Sin más, sin pronombres, sin acotaciones, sin catalogar: acontecimientos: vivencias, sentimientos, hechos, yo.
Así pues, me uno al camino escéptico o más aún indiferente, y tan sólo dejo constancia del vaivén de la realidad: llamémosla vida, destino, aventura, devenir constante o circunstancial... Como digo, qué más da, y qué más dará si los días se suceden y la lluvia que ha mojado la ciudad deja sólo un gris nuevo en el que no caben historias pasadas, arrastradas entre socavones y alcantarillas.
Pero no lo estoy haciendo.
Estoy de vuelta, de todo, y más.
El influjo irónico de acontecimientos ha alterado mi percepción.
Sin más, sin pronombres, sin acotaciones, sin catalogar: acontecimientos: vivencias, sentimientos, hechos, yo.
Así pues, me uno al camino escéptico o más aún indiferente, y tan sólo dejo constancia del vaivén de la realidad: llamémosla vida, destino, aventura, devenir constante o circunstancial... Como digo, qué más da, y qué más dará si los días se suceden y la lluvia que ha mojado la ciudad deja sólo un gris nuevo en el que no caben historias pasadas, arrastradas entre socavones y alcantarillas.
El cuento de la existencia, entonces, acaba de empezar. La vida no espera, es, y, fijándome en ella, he dedicido dejarme ser, aunque ser canse, porque no se puede dejar de respirar.
Y porque empiezo a descubrir (atisbo, apenas...) que prefiero ser que estar.