Unidad de Salud Mental... peligro de reventar

Estava jo ací cagant-me en tot en versió original, però seré tan amable de subtitular la merda. En cas algú la trobe d'interés.

Well, I'm down on my knees again...

Por favor, que se pare el mundo, que yo me bajo. Necesito un respiro en el limbo, ¿me dejan entrar? Luego vuelvo, es una disidencia temporal. Pero hoy, hoy no a la Facultad, no a Contemporáneo, sólo mi chocolate a la taza (con canela, por favor), mi Haagen Dasz y yo. Y Mogwai, si me permiten la pequeña infidelidad de 3 minutos de One caress. Más tarde, aunque tal vez no sea necesario. Las sílabas penosas en boca de Mr. Gahan martillean mis sienes, y mi existencia. Qué más da qué escuche, si oigo mi voz interior. La suya, en este caso. Tampoco me exraña, es muy habitual. No, no sufro una esquizofrenia particular en la que un exheroinómano ochentero habla en mi cabeza, tranquilos (mejor que cante, no?); es sólo una esquizofrenia entretenida y consciente en la que soy yo quien hablo, aunque, eso sí, no siempre sola. Y no siempre en silencio. Muchas veces sí, muchas veces dialogo con mi otro yo, o con éste, pero en ocasiones hablo con los vivos. Con los vivos ausentes, claro. Tengo conversaciones que nunca han tenido lugar, ni lo suelen tener en el futuro. A veces discutimos, pero no solemos enfadarnos. Conmigo misma, sobre todo, me apasiono. Y si mi estado es invernal, o autárquico, soy más dada a mis biloquios internos. Como en el estado fallero, ese en que llevo dos días pisando la calle sólo para ir a comprar, y al videclub, y llega el momento en que me sorprendo andando por el pasillo, hablando conmigo misma en inglés. Y me digo (ya al margen de las ralladas inglesas -bueno, raramente en francés-, porque en esos momentos, no son ya conversaciones coherentes): "Clareta, it's time to go to the modern cellar, to drink wine with Vaic. You better have a shower, and get properly dressed". Y eso hago, porque una habla sola, pero tiene sus límites. Si voy por la calle, y voy feliz, y me sigue el cuerpo de baile, el de los días mágicos, días de musical (y qué cuerpo de baile, porque deberíais verlos y verlas!!!), y yo me descojono, y salto, pues no me importa que me miren. Sé que es obvio que soy feliz, y aunque a los demás les pueda molestar que me persigan los rayos de sol, y que sonría desmesuradamente, y que coreografíe con mi ballet, a mí me da igual. Pero si es una discursión seria, y estoy hablando con alguien que me importa, y me cuesta y me sonrojo y gesticulo mucho, o bajo la mirada con miedo, o la levanto desafiante o la centro en mi interlocutor con arrobo, no me gusta que los transeúntes se extrañen, y me molesten con su curiosidad, porque puedo desconcentrarme, y hay cosas que es difícil decir.

Pero hoy, lo siento mucho, no me sirve una proyección. Ni un holograma. Ya lo dicen mis sueños, si no hablas con quien debes, puedes tener que batirte en duelo, porque se tambalea el honor. El amor propio, vaya. Si es que yo lo tengo claro, así que, deseadme suerte, que esta vez no me sirve en inglés, en francés, ni en catalán. Esta vez me toca hablar en voz alta, no es aplazable, porque no soy buena esgrimista, qué se le va a hacer...