Los siete Eternos

dEATH

Madre de la vida, aquella que da sentido a nuestros días y motivo a nuestra existencia, la que nos hace desear, buscar, perseguir, destruir, amar, seguir adelante... Nos da poder y nos lo quita, nos balancea y, constantemente, nos derrrumba de los pedestales que nosotros mismos alzamos y que provocan sus irónicas sonrisas.

dESTINY

¿Somos dueños de nuestra existencia, o parte de un ballet de marionetas que dota de sentido a nuestro paso por el decorado? ¿Es nuestro destino buscar un camino que nos lleve donde queremos o debemos ir, o el destino es el mismo camino por el que ahora andamos?

dELIRIUM

Y llamamos delirios a las más espontáneas expresiones de nuestro ser, aquellas que se producen con la fiebre, con las drogas, con el baile. Delirar es todo lo que no podemos controlar, es la excusa que nos libera de las cadenas de la racionalidad, que nos permite anhelar. Se laman delirios de grandeza a las expectativas irreales que no cabe esperar. Y así, entre delirios, encontramos sobradas razones para ser todo menos lo que queremos ser.

dESTRUCTION

Destruimos como forma inherente de expresión de nuestra condición humana. Destruimos a nuestros iguales, y destruimos al resto de seres que comparten nuestro camino. Destruimos nuestro mundo, y nos autodestruimos. Destruimos ilusiones, sueños y corazones. Nos autodestruimos.

Destruimos a los dioses, y destruimos la esperanza llegando a nuestra mayor humanidad con ello. Y así, terrenos y desesperados, vagamos en espera de recuperar aquello que nosotros mismos eliminamos.

dESPAIR

Y desesperados vagamos y vivimos, nos encontramos en los rincones del alma, en la que no creemos, y mediante desesperados desencuentros pretendemos encotrarnos a nosotros mismos, encontrar un sentido a cualquier cosa, encontrar un escape y una salvación... y nos diluimos y nos seguimos perdiendo entre gritos de angustia y desesperación que nadie oye, pues el poderoso estruendo del resto de gritos lo impide.

dESIRE

Todos nuestros mundanos deseos nos unen irremisiblemente a la terrenalidad; cuanto más deseamos más vivos estamos, más humanos nos volvemos y más corporeidad ganan nuestros frágiles atuendos, depositarios de lo onírico, lo material y lo místico.

Sacralizamos la piel y la carne mediante el deseo sexual, nos rebajamos a átomos, células y partículas, hasta que alguien descubre el deseo de la mente, y transmuta su significado en un acto de amor.

dREAM

Las arenas del tiempo se diluyen en nuestro mundo interior, la constancia de su paso desmonotoniza el pulso de nuestra existencia, en una realidad en la que nosotras somos dueñas y víctimas, en que vemos nuestros miedos y deseos y en que todo es posible. Un gran acto de fe que nos hace decir que no vivimos; soñamos.